Las mariposas aletean.

Mientras en sus sueños aletean mariposas, él a sus labios más se les acerca, logrando mojarlos de placeres más allá de los cotidianos, la unión de sus cuerpos en cálida desnudez, la satisfacción de transformarse en uno, sus ojos dormidos en campos de rosas silvestres que solo ese mundo imaginario les proporciona, juntos, amantes libres, sobre el vientre blanco, los pechos desnudos, el rostro de su amado duerme y las mariposas aletean.

La flaqueza de un Adonis.

Abarcaba tanta belleza, tantas mujeres, tantos deseos ajenos, su cuerpo era objeto, un premio para el gusto de muchas, siempre se preguntaba así mismo: ¿porqué he sido dotado con esto? , con su cuerpo perfectamente diseñado y su rostro angelical de ojos penetrantes donde escondía toda su tristeza, queriendo escapar de todo aquello, de toda obligación, no conocía lo que era el amor puro, lo que era el amor por una sola mujer, todas aquellas deseaban poseer su cuerpo en blanco, no les importaba lo que allí dentro habitaba, un ser en pena, deseoso de escapar, de conocer lo que realmente se estaba perdiendo, la flaqueza de este pobre Adonis lo destrozaba día a día cumpliendo deseos solo por dinero, dinero que su familia necesitaba, pero que él no, hasta que un noche escapó de la vida rutinaria que tanto lo agobiaba, su hermoso cuerpo se convirtió en estatua de mármol y sus ojos finalmente pudieron dormir.

Cuestionándose .

¿Porqué sus ojos eran tan azules?, a veces se convertían en las grises sombras de dos perlas, ella, pobre de ella, se sentía perseguida por la presencia de aquellos, cuando el deseo de que la recorran la mataba, cuando aquella anatomía delgada se alejaba, ella solo lloraba con desgarro entre sus dedos, eran esos ojos los culpables de su ardiente sufrimiento, los culpables de las llagas de su amor, cuando ese amor no es correspondido, no es delicado y tampoco es impulsivo.